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Darme vuelta y encontrarte al fin, sin distancias ni montañas. Siento todos
testigos de mi llanto fluido y escondido, que gritaba por las noches cálidas llamándote,
volviéndose frio a tu ausencia. Y yo volví y seguí. Viéndote siempre, llevándote
en mis ojos. Me veían y te veían, y no falta más.
Desde ese entonces tengo ganas de verte siempre. Es una
tristeza que solo sepa tu nombre, pero nada es tan grande cuando me acuerdo de
tu mirada y tu sonrisa.
Hay noches en las que las estrellas dibujan tu nombre, y
sonrío. Hay días en los que rio y no sé porque será, entonces te imagino riéndote
también.
Si te vuelvo a ver, mi alma va a estar contenta, el
tiempo no será tan tiempo y quedara hecho recuerdos. La soledad no va ser tan vacía si es
compartida.
Porque todo estará en la mirada, y a la primera lagrima
entenderemos que no hay distancias ni montañas que puedan atravesarnos, si al
darnos vuelta siempre nos encontramos.
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