en plena luz

31 de diciembre de 2011

Creo que los únicos regalos del mar son golpes duros y, cada tanto, la oportunidad de sentirse fuerte. No conozco mucho el mar pero sí sé que es así. Y también se que es importante no necesariamente ser fuerte, sino sentirse fuerte para medirse a sí mismo, al menos, una vez para encontrarse en las condiciones más primitivas (porque me encontré en estas condiciones) y enfrentar la ceguera y la sordera a solas sin nada que te ayude, salvo las manos y la propia cabeza.

Ya está, último día. Bienvenida Florencia a mí.

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