Imagínese cuanto lo
quería, que hasta fabricaba sus sueños. Nunca supo nada de mí, ni aun en las
noches en que yo me desarmaba, por miedos pasados, y en los días me juntaba. Y le
sonreía de nuevo. Usted no sabe como yo lo quería…. creo que llegamos a amarnos, pero nunca nos quisimos dar cuenta. A veces la cobardía es un muro muy fuerte. Y, ¿cómo puede ser que creía
que ya había pasado? No quiero que nadie me vea llorando, Abuela. Ni siquiera
usted. Si supiera usted, Abuela, cuantas noches deje que viniera. Y para qué? Sonreíamos. El mundo cada día nos daba la
bienvenida. En las noches que decía mi nombre todo se detenía. Y en nuestros
ojos había tantas respuestas… hay días en que lo extraño, pero muchos otros más
en los que no. ¿Por qué será que no somos como decimos? ¿Por qué será que se
puede encontrar el amor en cualquier esquina, o solo en una mirada? Todas
mentiras, me lleno con todas sus mentiras, y por qué? No siente frio, Abuela,
cada vez que hablo de él? Yo sí. Padre siempre dice que la mejor forma de
olvidar a alguien es convertirlo en literatura. Que toda su figura quede hecha
palabras. Y eso es lo que estoy haciendo…
Qué suerte igual, no? que ya
no lo encuentre ni en las noches…no se trata de ser más feliz, sino de saberme
más libre.
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