en plena luz

28 de mayo de 2012



Imagínese cuanto lo quería, que hasta fabricaba sus sueños. Nunca supo nada de mí, ni aun en las noches en que yo me desarmaba, por miedos pasados, y en los días me juntaba. Y le sonreía de nuevo. Usted no sabe como yo lo quería…. creo que llegamos a amarnos, pero nunca nos quisimos dar cuenta. A veces la cobardía es un muro muy fuerte.  Y, ¿cómo puede ser que creía que ya había pasado? No quiero que nadie me vea llorando, Abuela. Ni siquiera usted. Si supiera usted, Abuela, cuantas noches deje que viniera. Y para qué?  Sonreíamos. El mundo cada día nos daba la bienvenida. En las noches que decía mi nombre todo se detenía. Y en nuestros ojos había tantas respuestas… hay días en que lo extraño, pero muchos otros más en los que no. ¿Por qué será que no somos como decimos? ¿Por qué será que se puede encontrar el amor en cualquier esquina, o solo en una mirada? Todas mentiras, me lleno con todas sus mentiras, y por qué? No siente frio, Abuela, cada vez que hablo de él? Yo sí. Padre siempre dice que la mejor forma de olvidar a alguien es convertirlo en literatura. Que toda su figura quede hecha palabras. Y eso es lo que estoy haciendo…
Qué suerte igual, no? que ya no lo encuentre ni en las noches…no se trata de ser más feliz, sino de saberme más libre.

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